domingo, 25 de noviembre de 2018

Slayer + Lamb of God + Anthrax + Obituary. 17 noviembre 2018. Palacio de Vitalegre, Madrid.

Tomás está radiante y melancólico a la vez. Clava su mirada en la de otros miles de personas que nunca volverá a ver. Noche tras noche sabe que su labor está llegando a su fin, y saborea cada instante de gloria, en especial esas breves despedidas al borde de las tablas que sabe que guardará en el baúl de la memoria dentro de no muy poco. Tomás Enrique Araya, cantante (aunque ya no por mucho tiempo) de Slayer, realiza su última gira a través del globo, y hoy estamos ahí para despedirnos.



He querido empezar la crónica de este concierto con un pequeño homenaje a una de las figuras más importantes del thrash metal, y que acompañado de tres bandas de altísimo nivel, nos ofrecieron un pequeño/gran festival de la música más potente del mundo.

No pensaba que el aforo del Palacio de Vistalerge se fuese a llenar con unas bandas tan poco comerciales, pero tanto las gradas como la arena estaban a tope, un signo de que no sólo de mainstream viven estos recintos. Se percibía ambiente de noche grande, con buen rollo y casi nulos altercados.

El comienzo de la velada lo puso Obituary, veteranos del death metal primigenio de Tampa Bay. Con Redneck Stomp, ese tema instrumental de su gran Frozen in Time, vamos calentando los oídos y calibrando a los instrumentistas. Unos pantalones cortos militares, camiseta de manga larga y una larga melena rubia rizada entran como vestuario de una de lasa voces más brutales de la escena death: Jonh Tardy berrea como nadie las pestilentes letras que se desplazan sobre la base de batería de su hermano Donald (único batería original de las 4 bandas del cartel), y los riffs de guitarra, a veces endiabladamente rápidos, a veces viscosamente lentos de Trevor Peres, Kenny Andrews (solista) y Terry Butler (bajo). Con una escasa media hora y 8 temas, la mitad del repertorio pertenecía a sus dos últimas obras, y el resto de sus clásiquísimos Slowly we rot y The end complete, y el corte "Don´t care" de su variado World Demise. Sin tiempo para discursos o concesiones, la muerte y podredumbre va volando sobre el escenario, dejando un ligero hedor a triunfo de la banda telonera de la noche que ha logrado su própósito de dejar el campo de batalla listo parael resto de ejércitos.




A continuación vivimos un fantastico deja vú: otro excelso concierto de los chavales neoyorkinos de Anthrax. Como en sus anteriores visitas, no deja de asombrarme el buen estado de forma que tiene el combo thraser con más buen rollo de la escena, quizá era la banda que más desentonaba en el cartel, debido a esa alegría que desprenden comparado con el resto de grupos. ¿Dónde estuvo Belladona todos estos años?, ¿dónde está Charly Benante, ausente en directo desde hace años?, ¿porqué no tocan ni un sólo tema de la época de Bush?, ¿porqué repiten siempre el mismo set list?...preguntas que se diluyen en el aire, al comenzar y terminar su concierto con los riffs de "Cowboys from Hell" de Pantera, en un claro homenaje de Scott Ian a sus amigos caídos. Nos encontramos en la primera canción atrapados en un mosh, aunque no literalmente: a pesar de estar en un lateral en segunda fila, la marabunta se zurraba la badana en la parte central del coso. Dos versiones, Got the time y Antisocial, son temazos, pero no dejan de ser covers, y en un show de 7 temas yo incluiría alguna otra joya de su discografía, como por ejemplo hicieron con Fight ´em ´till you can´t, que quedó genial. Saltos, sonrisas, gestos...todos los miembros de la banda, a excepción del  sosainas de Donais, nos ofrecene una auténtica fiesta que se traslada de las tablas al público. Be all end all de su State of Euphoria puso el toque coreable e Indians el final del buen rollo por hoy. Otro 10 para Anthrax.










La cosa empieza a ponerse seria cuando vemos el currado escenario que van montando los pipas de Lamb of God, la banda que más me gusta de las 4 que presenciaremos hoy. El crecimiento y calidad de esta banda la hace por méritos propios una de las candidatas a mejor combo de la última década, y siguen en ascenso. La intro de Omerta da comienzo al recital de una manera calmada pero contudente, para ir tomando la temperatura a la banda y para centrarnos en los movimientos del siempre activo Randy Blythe: un frontman como la copa de un pino, chupado como una chusta, con rastas, dando botes, animando a cantar al personal, y con una voz impresionante que sale de las entrañas de un artista que ha pasado un infierno estos últimos años (por homicidio involuntario en un concierto) y del que me alegro mucho que no haya tirado la toalla. La ausencia notable viene por parte del batería Chris Adler, desaparecido también en las giras de Megadeth, desconozco la causa, pero tenía especial ilusión en ver a este gigante de las baquetas. A las guitarras contamos con ese dúo  que con el tiempo, llegará a ser reconocido como una de los mejores parejas de todos los tiempos del groove metal: Willie Adler (hermano de Chris) y Mark Morton.Quizá no tengan la técnica ni el virtuosismo de otros hachas, pero los ritmos y riffs que escupen en cada tema sobresalen sobre los de muchísimas bandas de su estilo. Al bajo, Saruman el blanco, disfrutando de su permiso carcelario de Isengard. El público lo pasó en grande y disfrutó de himnos como Now you´ve something..., Laid to  rest o Redneck, pero como anunció Randy muy cortesmente y mostrando la debida pleitesía, todos estábamos allí por Slayer, y es cierto, por muy buenos conciertos que estábamos presenciando, nada podía hacer sombra a los reyes de las tinieblas y a su despedida de los escenarios.




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  2.  
Tras  varias horas de sufrimiento cervical y auditivo (de las pocas veces que me he puesto tapones en un concierto), al fin llegaba el momento de la tortura con mayúsculas, el infierno hecho música en forma de letras, sonidos y gritos salidos de los rincones más oscuros de la mente humana, simplemente reflejados en un nombre: Slayer. Una banda a la que he ido cogiendo el gusto con los años, y que me cautivó del todo la primera vez que los vi en sala en 2015, tras varios conciertos aburridos en festival (consejo para los más jóvenes: intentad ver siempre una banda en ambos ambientes, la cosa cambia mucho). Todo pintaba muy bien desde el inicio, ya que se veía que traían un montaje digno del grupo que son, al fin íbamos a poder disfrutar no sólo de la música, si no visualmente de su averno particular. Un telón translúcido reflejaba cruces y símbolos, y al caer tras la intro, nos dejó ver otro espectacular detrás de la batería con motivos de Repentless, su última obra y con la que abrieron la masacre. Los telones se iban sucediendo tras varias canciones y contaban con pintura luminiscente que en la oscuridad reinante entre las canciones quedaba realmente espectacular. A parte contaban con unos artefactos que escupían fuego, bien en forma de altas llamaradas o de rayos, y en ocasiones unos logos incendiaros. Y para efecto visual efectivo de c***nes, la presencia  de los tipos más duros del thrash metal, sin ninguna duda. Hetfield, Mustaine, Bobby, Belladona, Chuck Billy, Petrozza....simples corderitos comparados Kerry King y Tom Araya, una dupla que con una mirada y un riff te crean la duda de que hayan nacido en este mundo. Como personal adjunto a la carnicería teníamos a Gary Holt de Exodus, encargándose magníficamente de gran parte de los solos y al veterano Paul Botaph, que cosa rara, estuvo fallón en varios tramos del concierto. Tras el primer tema nos regalaban el bailable Blood Red, que junto a sus temas lentos (Mandatory suicide, Dead skin mask, Seasons in the abyss), representaron los que no fueron endiabladamente rápidos y violentos, cosa que agradecieron nuestros sufridos tímpanos. La ristra de barbaridades sonoras y líricas que se iban sucediendo harían escalofriarse al más curtido en estas lides, pero es que no había tregua para el respiro: era hoy o nunca, muchos no volveremos a verles en directo, y nos regalan la oportunidad de llevarnos en la retina un concierto infernal y memorable a la altura de su discografía. Un ritual de sangre, fuego y metal en el que repasaron casi todas sus obras: en especial South of Heaven con 4 temas, salpicados de cortes menos habituales entre los que me encantaron a nivel personal: Jihad, Payback y Hate Worlwide, a parte, obviamente, de sus manidos pero efectivos clásicos como Raining Blood y Angel of Death, con los que el público se volvió loco. Con Jeff Hanneman siempre presente y con una sincera y emotiva despedida, se puso fin a una diabólica velada. Volviendo al principio de la crónica, Tom Araya estuvo varios minutos en silencio mirándo al público, repasando seguramente los miles de conciertos vividos en su carrera y que deja atrás para siempre. Un final entrañable para una endiablada carrera, y un festival redondo.








  1. Encore:


domingo, 21 de octubre de 2018

"¿Para qué sirve este botón? Bruce Dickinson. Una autobiografía"




El mundialmente conocido cantante de Iron Maiden nos abre las puertas de su mundo más personal en esta autobiografía editada este mismo año 2018, en el que tras superar un cáncer de boca y garganta, parece el momento más indicado para hacer un repaso de sus memorias, en un ejercicio de vitalidad y miras al pasado y al futuro.
El autor se centra principalmente en las tres grandes pasiones de su vida: la música, la aviación y la esgrima, dando muchos detalles de las dos últimas, y menos de su faceta musical, ya que, obviamente, toda su carrera artística está ampliamente documentada en cualquier formato imaginable.
El relato comienza desde sus primeros recuerdos de niño, en una familia sin recursos, criado por sus abuelos, sin ninguna habilidad especial (ni siquiera el canto) y que no pasó precisamente una bonita etapa  en sus años académicos (palizas, novatadas, etc.). Sin embargo lo que sí que tenía el joven Bruce era una inquietud y vitalidad fuera de lo común, la curiosidad y energía de un auténtico rabo de lagartija, que poco a poco fue abriéndose camino en la vida, no sin dificultades, hasta que logra hacerse un pequeño hueco en el mundo musical (quería ser batería en un principio). La esgrima y la música como vías de escape de sus problemas infantiles le hacen centrarse en sus objetivos hasta conseguir que los incipientes pero ya famosos Iron Maiden fueran directamente a ficharle como cantante. "Seré un grano en el culo y será a mi manera, pero triunfaréis", vino a decir el que sería a la postre uno de los mejores cantantes y frontmans de la historia del heavy metal.
Montones de anécdotas graciosas, viajes (sólo y con la banda), juergas, detalles técnicos de sus vuelos y de su trabajo en distintas aerolíneas, su viaje a la guerra de los Balcanes, la dedicación a la técnica de canto y el deporte, la relación con la banda y su mánager, y curiosamente ninguna aportación sobre sus relaciones sentimentales o sus hijos, es lo  que encontramos (o no) en esta obra, escrita de una forma muy amena y con una prosa muy trabajada, fruto de su experiencia como letrista, guionista y escritor de novelas entre muchas facetas de este polifacético artista con mayúsculas.
Hasta ahora era fan de Bruce Dickinson como cantante, ahora lo soy también como persona.

sábado, 21 de julio de 2018

Kiss y Megadeth - 8 Julio 2018 - Wizink Center, Madrid


Apuesta segura. Éxito garantizado. Caballo ganador. La diversión y el espectáculo que ofrecen Kiss llevan esos adjetivos y es lo que buscamos las miles de almas que abarrotamos el palacio de los deportes para pasar unas horas de desfase y disfrute de mano de una de las bandas de rock and roll más originales en directo de todos los tiempos.


Abría la velada, sorprendentemente por lo diferente del estilo, nuestro siempre alabadísimo reverendo Dave Mustaine, en un concierto trampa (mucho público a tus pies, pero no sabes si ni siquiera te conocen), que solventó bien a la mitad, y me explico. Bien es sabido que las bandas teloneras siempre cuentan con peor sonido que la banda principal, cosa totalmente entendible y asumible por parte de banda y público. Pero ese mal sonido inicial, que parecía cosa de la técnica, no fue escusa, sino una de esas cosas a las que el pastor Dave nos ha ido ya tristemente acostumbrandos. Me refiero a su ya casi inexistente voz, de la que nunca  fue un portento, pero que ahora hay que rebuscar más en el público que saliendo de su garganta. Pensábamos que las guitarras estaban demasiado altas o la ecualización descompensada, pero no era así, ya que los instrumentos tras 2 o 3 canciones comenzaron a sonar muy bien, pero la ronca y muy baja voz de Dave no se oía ni por casualidad. Al menos no le faltó energía ni calidad en la guitarra y el público respondió mucho mejor de lo que me esperaba, ya que no nos engañemos, el público de Kiss y de Megadeth no son normalmente el mismo. 






Los temas fueron coreados y disfrutados, y es que la banda dio uno de los mejores conciertos que les he visto, los fichajes son de una calidad extraordinaria: el belga Dirk Verbeuren a la batería (alguien que ha estado en los gores Aborted, que por cierto, nos visitan en noviembre, tiene que ser una máquina) sustituye (al fin) al soso de Shawn Drover, y dio un concierto estupendo, y Kiko Loureiro (recambio del gran Chris Broderick) demostró una maestría fantástica, este Mustaine se busca unos guitarras fuera de lo común, hacen que los solos de sus canciones parezcan fáciles de memorizar y tocar en unas semanas, vaya fieras. Y qué decir de Junior, parece que nunca se fue, es el brazo de derecho del pastor y parte activa del éxito actual del combo. Las proyecciones durante el concierto fueron muy acertadas y animadas, sobre todo los cortos de las canciones de Dystopia, del  que cayeron el temazo homónimo (esa guitarra durante el estribillo es de 10) y The Threat Is Real. Abrieron la velada con su clásico Hangar 18 para empezar con las cuerdas calentitas, sorprendieron a continuación con la poco habitual The Conjuring del Peace Sells y del que también cayó la inusual My last words y el cañonazo Peace sells con imágenes de militares de fondo. De Tornado of  Souls  siempre me fijo en el solo para valorar al guitarra de turno, en este caso: un sobresaliente para Kiko. Los clásicos Symphony of Destruction (¡Megadeth, Megadeth, lololo, Megadeth!) y Holy wars completaron el genial y corto set list, y dejaron como outro la rara pero chula Shadow Of Deth del raro pero chulo The System has failed. Un buen concierto en líneas generales, empañado por la labor vocal, una pena.



Set List:

Hangar 18
The Threat Is Real
The Conjuring
Take No Prisoners
My Last Words
Tornado of Souls
Dystopia
Symphony of Destruction
Peace Sells
Holy Wars... The Punishment Due 


Hago un pequeño inciso para destacar el desproporcionado tamaño de la zona de la pistaVip: asumo, aunque no comparto, que se haya puesto de moda este concepto de pagar más por ver mejor a la banda en las primeras filas, pero que dicha zona ocupe la mitad del pabellón me parece ya excesivo. 


Hecho el paréntesis. Llegaba el  tiempo para la fiesta. Y la banda principal adoleció del mismo fallo que los teloneros, pero la diferencia, es que aquí no importa: la voz de Paul Stanley hace tiempo que es una amalgama de gallos, y algunas líneas vocales o canciones enteras  suenan sin melodía y sin seguir el ritmo, pero...¡nos da igual!, ¿Y por qué a Megadeth no se le perdona?, porque estos, sólo cuentan con su música, Dave no da saltitos ni lleva artificios, y si la música no está al 100%, el show queda cojo. En cuanto a Kiss, mientras el resto de cosas del concierto nos haga sentir como en una fiesta de película, perdonamos que el maestro de ceremonias hable como un patito de goma A su favor no olvidemos que este señor cuenta con 66 tacos a sus espaldas y, como he comentado en la crónica del Download, da mil vueltas en actitud y energía a muchas bandas con miembros de menos de 50 años que se asomen por los lares del rock. En cuanto al resto de voces nada que objetar: Mr. Simmons, que nunca tuvo una técnica ni una voz prodigiosa, canta y toca exactamente igual que hace 30 años. Es una lástima que Eric Singer y Tommy Thayer solo se canten un tema cada uno (Black Diamond y Shock me, respectivamente), ya que lo hacen francamente bien para no ser cantantes, y en cuanto a sus instrumentos, también son los mejores de la banda. 



Al show le faltaron algunos trucos (el bazoka, el humo de la guitarra de Thayer, el chorro de luz de la guitarra de Stanley), pero contó con toda la artillería pesada en cuanto a fuego y petardazos y con el resto de artificios: las plataformas, vuelos, pantallas, discursos divertidos, bailes sensuales, gestos provocativos,  etc. son el envoltorio ideal para esos temas básicos y fiesteros, con estribillos fáciles y coreables, esos que son fáciles de memorizar y disfrutar en una escucha rápida, de ahí su éxito entre los más pequeños (había muchos niños entre el público): son fáciles de escuchar y sus conciertos son como un parque de bolas, todos volvemos a ser jovenzuelos en un concierto de Kiss: saltas, ríes, gritas, haces amiguitos…y lo mejor de todo, los adultos del escenario te animan a que no pares de hacer el mono.



En cuento a temas, eché de menos algunos clásico, sobre todo Strutter, pero de un tiempo a esta parte, de bandas que ya he visto varias veces y con set list muy parejos entre sí, los temas poco habituales, esas pequeñas joyas escondidas en sus discos y que no suelen aparecer en los directos habituales, son las que más me suelen gustar en los conciertos. Por ejemplo, del Sonic Boom, para mí, uno de los mejores discos de su carrera, tocaron Say yeah, y de los más antiguos me gustaron Shock me y Flaming Youth acompañado de entrañables imágenes antiguas de la banda 




Otro asunto a destacar: vale que haya gente que vaya a verlos por curiosidad y no se sepan todos los temas, pero que estando Paul en la mitad del pabellón cantando a capela Black Diamond, y darme la impresión de que yo era la única persona en varios metros a la redonda que se la sabía, me hizo sentir una especie de conexión mística con Paul: él ahí con el foco puesto en la estrella de su ojo, mirando como un tío situado a su derecha es el único que berrea la estrofa inicial del tema, que humildemente ha pedido que cantáramos con él. Momentos mágicos, yeah.




Del resto de temas, pues cosas flojillas como Calling Dr Love, Firehouse o God of Thunder se ven amenizadas por sus respectivos trucos (flying Gene, por ejemplo). Otras canciones, mucho mejores y entretenidas por si solas (Love gun, I was made for lovin´ you, Detroit Rock City…) también tienen algún añadido especial (flying Paul, por ejemplo).
El final con Rock n roll all nite, es algo que debería vivir toda persona que le gusten bien la música, bien el jolgorio, o ambos. Durante ese tema hay ratos que no sabes lo que pasa en el escenario, parte por los papelitos (¿he dicho que me encantan los papelitos?), parte porque estás en un estado de alegría que te ciega, y joder, me da igual que Paul Stanley sea una fábrica de gallos y que a veces repitan cosas año tras año, pero mientras nos hagan vivir magníficas experiencias yo seguiré yendo a estos  parques de bolas.



Set list:

Deuce
Shout It Out Loud
War Machine



sábado, 14 de julio de 2018

Download Festival - 28,29 y 30 de junio 2018 - Madrid.



Tras unos días de reposo de lo vivido en el festival madrileño, he intentando hacer un tipo de crónica diferente. Paso sin preámbulos, y con el material gráfico de Cris (subir vídeos se eterniza, por eso sólo pongo fotos), a desgranar los puntos positivos y negativos de cada actuación de las que pudimos disfrutar en esos tres días (los análisis generales para el final):

Día 1 

Arch Enemy: Sobresaliente. 
Lo mejor: la banda está en su mejor momento artístico y comercial, es como dice el maestro Hugo, como ver a un equipo de fútbol que está en su mejor racha de la temporada. Los guitarristas más cualificados y técnicos y la mejor frontwoman del festival. Los temas nuevos ya son himnos. 
Lo peor: el horario.


Kreator: Sobresaliente. 
Lo mejor: La rabia y las ganas de la banda tocando ante 40 o ante 4.000 personas. Las pintas de californiano del finlandés Sami y las de grupocalimochero del bajista Speesy. El disfrutar del circle pit.
Lo peor: la poca gente y el horario. Ventor a veces descompasado. El montaje y espectáculo reducido, al menos hubo papelitos (somos fans de los papelitos). Pocos temas antiguos.



Marilyn Manson: Suspenso. 
Lo mejor: ver que este hombre sigue haciendo lo que le sale del cimbrel. 
Lo peor: la desgana de Marilyn y de la banda (excepto del bajista). Voz muy pobre. Croqueta humana rebozándose el escenario. Montaje nulo.

Rise Against: Notable. 
Lo mejor: la energía de toda el combo. Algunos temas excelentes. El horario y el apoyo del público. Lo peor: altibajos de temas, sonido y voz.



Avenged Sevenfold: Suspenso. 
Lo mejor: Brooks Wackerman (ex-Bad Religion ) a las baquetas.
Lo peor: Aburridos, con pocas ganas de tocar y eso que eran los que más público tenían. Según un fan amiguete mío tienen pocos temas lentos, pues los tocaron todos. La voz muy extraña.

Pennywise: Bien alto. 
Lo mejor: parece que siguen teniendo 30 años. Ristra de temazos en la recta final. Movieron a mucha gente a pesar de los Avenged. 
Lo peor: no haber llegado antes a verlos. Tocaron en el escenario  pequeño.



Día 2:  

Bullet for my Vallentine: Notable. 
Lo mejor: nivel instrumental y vocal bastante alto para una banda de su estilo, sobre todo el batería y bajista respectivamente. 
Lo peor: la actitud de su frontman, de no querer estar ahí.



Guns N´ Roses: Sobresaliente. 
Lo mejor: concierto de tres horas en las que todos los miembros de la banda disfrutaron y tocaron lo que les dio la gana. El buen nivel vocal y bailongo de Axl e instrumental del resto tras tantos años sin juntarse, y el acierto con los nuevos fichajes. La banqueta-moto del piano de Axl. Set list muy variado, incluso del último disco de Axl. Papelitos en Paradise City. 
Lo peor: Una banda de este calibre y presupuesto no puede llevar unas pantallas como único montaje. Dos teclistas (a veces tres) son muchos. Solos interminables, demasiadas versiones, sobre todo para tanta gente gente que no reconoció las de Alice Cooper, The Who o el homenaje a Chris Cornell entre ellas, no merece la pena tocarlas.




Día 3:

Volbeat: Sobresaliente. 
Lo mejor: el mejor sonido del festival. La caverna que tiene en vez de garganta Michael Poulsen. Su buen rollo, vacile e invitación al meneo y al crowdsurfing. Dato friki: Volbeat y Judas cuentan como guitarras a los productores de sus últimos discos, Rob Caggiano (muy majete según nuestra corresponsal Elisabetha, que se hizo una foto con él) y Andy Sneap respectivamente.
Lo peor: set list algo irregular al principio. El horario.



Judas Priest: Matrícula de honor. 
Lo mejor: El mejor concierto en global del festival. El estado de forma de Halford, the priest is back. Los instrumentos no le van a la zaga: Travis tan potente como en disco, Ian Hill como un reloj, los nuevos fichajes: Andy Sneap correcto y Faulkner con la papeleta de hacerse el curro a los solos de dos de los mejores hachas del metal de todos los tiempos, lo cual solventó con buena nota. La aparición de Glenn Typton en los últimos tres temas, agarrotado por la enfermedad, pero con su gorra de jubilado y su sonrisa de niño, recibiendo un beso de Halford al final de la actuación: es de los  momentos más bonitos que he visto en un concierto. Temazos de todas las épocas, tocando mis temas preferidos de su último plástico: los dos primeros y el del piano (grabado). 
Lo peor: verlo desde lejos y perdernos algunos temas del principio. El montaje también podría mejorar.


Ozzy. Aprobado.
Lo mejor: le aguantó la “voz” y no estuvo muy pesado. Los temas de Black Sabbath. 
Lo peor: Zakk no toca muy bien algunos riffs, y sus solos son básicos y aburridos.



Ahora sí, unas impresiones generales sobre el festival en general: al ser un evento tan ecléctico y variado en cuanto estilos, nos centramos en disfrutar de las bandas de heavy metal y de simplemente ver a las de otros estilos, y me doy por satisfecho de que todas las "mías” cumplieron mis expectativas, mientras que de las otras sólo algunas me convencieron para seguir su carrera más allá de este evento. 
A parte, un punto que, para mí, diferencia el que una banda te enganche o no, es la actitud del grupo: esas ganas de tocar y hacer pasarlo bien a la gente, que cuando manden gritar, levantar los brazos o hacer un pogo la gente lo haga encantada y no por obligación, porque se transmiten esas ganas de pasarlo bien desde el escenario hasta las últimas filas. La sonrisa de Axl, Poulsen y Typton, la rabia de Petrozza, el no parar de McIlrath (Rise Against), la profesionalidad y tablas de la joven Alissa, la energía de Pennywise... movían a la gente a corear y darlo todo y se contagia el sentimiento de estar viviendo algo único como es la música en directo, de la que hace no tantos años no podíamos ni siquiera soñar eltener este tipo de acontecimientos en España. En el otro lado: la dejadez de Manson y los Avenged, el gepeto del cantante de Bullet, me dicen que los temas de Hellacopters…te hacen pensar que, sobre todo, hay bandas jóvenes que no sabes a que están jugando y que dudo mucho que lleguen a tener la carrera y consideración que tienen los grupos que les doblan la edad y que tienen más energía en alguna de sus hernias y michelines que las de todos esos muchachillos que parecen ya cansados de la música, no así de la fama y la pasta.

En cuanto a la organización, la excesiva puntualidad de los conciertos obligaba a ir a la carrera entre unos y otros, y a no poder pillar buen sitio en la mayoría de ellos (se formaba tapón entre los principales escenarios). Por otra parte, quitando los cabezas de cartel, muchos contaban con una escasa hora de actuación, y perdónenme, pero 60 minutos de algunas  bandas, con lo que cuesta el abono (175 machacantes) es un insulto al contribuyente.
Respecto a los servicios básicos: bien de urinarios y barras, precios algo elevados, suelo de césped artificial, en general muy buen sonido, 4 escenarios, recinto muy grande, colas y algún desajuste a la hora de entrar, calor no muy excesivo, olor a cadáver por una depuradora de los alrededores, puestos de camisetas falsas para variar, y lo mejor: muy buen ambiente, con familias enteras y niños y cero repasados o borrachos destacables.

Si siguen trayendo un puñado de bandas de heavy metal del bueno, se repetirá nuestra asistencia, ya que un festival de este calibre en la capital es un regalo para nuestros oídos y cervicales.